Una mujer induce al sueño a su marido para verse con su amante en una noche violenta; un niño juega una partida de ajedrez con su padre muerto; un hombre, en su periplo por varios hoteles, hace balance de su vida durante el desayuno, mientras observa a un grupo de adolescentes molestos; una prostituta cuenta la historia de su vida y se reafirma en la defensa de su oficio; un hombre es transportado hacia un destino incierto por un conductor que no admite demasiadas preguntas; un muchacho recapitula lo acontecido la noche en que la suerte le permitió evadir el peligro de una mujer demasiado generosa; un hombre debe realizarse un examen médico, del que al parecer depende su matrimonio; un padre es el culpable de la tragedia de su hijo y ahora debe prepararse para hablar. Son algunas de las historias contenidas en este primer libro de cuentos de Mario Amaya, que abordan, de manera realista, temas que, por su carácter íntimo, requieren de un acercamiento sutil, como el amor, la infidelidad, el matrimonio, el sexo, la tragedia o la nostalgia.
El libro abre, sin embargo, de manera distinta, con una historia que contiene otras historias -y todas construyéndose simultáneamente-, una especie de “prólogo narrativo”, una declaración de intenciones en toda regla. Desayuno en Capitán Beach despliega, a lo largo de sus 18 cuentos, una amplia gama de recursos y de formas narrativas como la metaficción, la autoficción, el monólogo e incluso el relato policial, y constituye una excelente primera apuesta de un autor joven que no parece conformarse con “contar” y que entiende la literatura como un territorio de experimentación constante.