Este breve texto inédito muestra el costado más humano de Viktor Frankl y nos invita a ocuparnos de la muerte como un horizonte que, lejos de paralizarnos, ha de servir para hacer crecer nuestras posibilidades de ser. Después de sobrevivir a los campos de concentración en la Segunda Guerra Mundial, Auschwitz entre ellos, la finitud y el sufrimiento fueron un constante asunto de preocupación existencial y filosófica para Viktor Frankl. En la célebre conferencia recogida en este volumen, pronunciada en 1984 en Dornbirn (Austria), el lector se enfrenta a algunos de los grandes interrogantes que todo ser humano se ha hecho alguna vez: el sentido de nuestra vida, cómo encajar el dolor, por qué ayudar (o no) a nuestros semejantes, el transcurso de la vida y el envejecimiento y, sobre todo, cómo plantar cara a nuestro inevitable final. Si “la muerte es solo un punto final del continuo decir adiós”, resulta urgente aprender a despedirse. Más aún en una sociedad y una época en las que se impone el valor de lo que no caduca, de lo que permanece inalterable frente al paso del tiempo: de lo que nunca muere.