¿De dónde sacó ese vocablo? Fue la inquietud reincidente --de muchos queriendo saber-- ¿cómo le va a poner al libro? Un nombre sugestivo con aptitud de sacudir los instintos de curiosidad del lector y, una vez enterados de su significa-do, quizás, hasta de agitar las emociones. Kairós -- del griego Kaipóc-- es poseedor de la singularidad que apela a lo imprevisible. En los vaivenes oscilantes del tiempo, sería el momento cuando la coyuntura se presenta como oportunidad.
El arte de la adaptación en eventualidades cambiantes para hacer lo que es necesario hacer. No es el tiempo "lineal y cuantificable, cronológico o secuen-cial, que mide horas, días, años, épocas, períodos o intervalos", sino lo que habla a la naturaleza cualitativa del tiempo: El instante mismo en que la posibilidad única de hacer algo converge con la circunstancia propicia para que ese algo trascendental ocurra.
Kairós, en la Grecia antigua, conciliaba la noción que "la toma de decisiones en momentos críticos podía cambiar el curso de las cosas e incluso el rumbo de la historia". En la teología cristiana, Kairós sería "el momento de la intervención divina; el tiempo señalado por los propósitos de Dios, específico y necesario para hacer que se cumpla su voluntad". Cuando "lo eterno irrumpe en lo tempo-ral".
Bien puede ser ese parteaguas al que hoy hemos llegado, o al que estamos a punto de llegar, definitorio --el imperativo categórico kantiano, (motivo de reflexión del material bosquejado en este libro)-- de la mayor encrucijada que, a lo largo de la historia, ha enfrentado la humanidad.